Los avellanos pueden tardar entre seis y ocho años en madurar, pero pueden vivir mucho tiempo. El avellano es perenne (produce una cosecha cada año sin ser replantado), con una altura de 2 a 6 metros. El ciclo de vida de esta planta arbustiva pasa por varias etapas antes de convertirse en un fruto seco que se utiliza en muchos productos Ferrero. Cada planta produce flores femeninas, rojas y plumosas, y flores masculinas largas y amarillas.

Durante el invierno, el viento transporta el polen de las flores masculinas a las femeninas; sin embargo, como los avellanos no pueden polinizarse a sí mismos, los huertos suelen estar dispuestos de manera que los árboles puedan polinizarse entre sí. Después de la polinización, las avellanas comienzan a formarse y están listas para la cosecha a finales del verano y principios del otoño.

Como cultivo perenne, el avellano tiene una estructura radicular permanente. Esto significa que, en comparación con un cultivo que completa todo su ciclo de vida en una sola temporada de crecimiento (cultivo anual), es más eficaz para evitar la erosión del suelo y limitar el uso excesivo de agua. Los sistemas radiculares (root systems) de los cultivos perennes conservan la humedad del suelo durante todo el año. Estudios científicos también han demostrado que los huertos de avellanos tienen un potencial favorable para la captación de carbono, lo que significa que capturan el dióxido de carbono de la atmósfera mediante la fotosíntesis y otros procesos biológicos. La captación de carbono es común en todas las especies de árboles, incluidos los frutales. Entre los árboles frutales, las avellanas son especialmente provechosas desde el punto de vista de la captura de carbono, debido al largo ciclo de crecimiento de un huerto medio.